SUEÑO CUMPLIDO

Estaba en el gym, terminando de hacer la rutina de los lunes, miércoles y viernes, cuando la vi.

En primer lugar, aunque suene mal, me gustó porque parecía una versión mía con veinte años menos, (tengo 42, aclaro): Mi misma altura, 1,70, mi mismo pelo, castaño claro tirando a rubio, largo hasta los hombros. Ojos de un celeste más claro, los suyos. Piel correctamente bronceada y un físico trabajado, con músculos pero nada hombruno.

Hasta vestíamos parecido: calzas negras hasta los tobillos, musculosa de lycra y zapatillas negras. El modelo de la musculosa era idéntico al mío, solo que en lugar de ser negro era blanco y, lo más interesante, en el pecho, en letras rojas decía “I Love Wrestling!” (Amo luchar).

Me acerqué a ella, con una sonrisa, y le dije:

– Me too –

– ¿Como?- me contestó, sorprendida.

– Que yo también amo luchar – y le sonreí.

Me devolvió la sonrisa y nos pusimos a charlar. Se llamaba Laura y hacía poco que venía al gimnasio. Después de unas generalidades volvimos al tema de la lucha.

– No es común lo que dice tu musculosa – le dije – ¿tenés experiencia en el tema?

– Un poco…pero me encanta-

– ¿Luchaste?

– Un par de veces- me pareció que me mentía – ¿pero me gusta mucho…y vos?

-Una vez-

La mía fue casi una mentira. En realidad, fue en la secundaria, yo tenia 15 años. Lo hicimos con una compañera, en su habitación. Jugando, nos provocamos a pelear y nos abrazamos y terminamos revolcándonos en el piso, pero sentimos ruidos en la casa y la cortamos enseguida. Sin embargo, el rodar abrazadas por el suelo me quedó como un recuerdo muy…sensual.

– ¿Y como te fue? – insistió

– Gané yo – mentí

Me miró y sonrió picaramente.

– ¿Por que te reís?-

– Porque parece que estamos…invictas –

– Si, es verdad…tendríamos que probar…- dije sin pensar.

-¿Probar que?-

– Quiero decir – y, la verdad, me parece que tartamudee de los nervios – como estamos invictas…podríamos probar si una le gana a la otra…- no me salió otra palabra más.

– ¿Hacer una lucha?-

Me puse colorada.

– Si…o sea…nada de lastimarse…una prueba de fuerza…como un juego…bah…no sé…-

– Me encantaría…o sea, estaría bueno…-

– ¿Cuando podés?- No bien lo dije me di cuenta que, si pasaba de hoy, eso no lo hacíamos más, así que agregue: – ¿podés ahora? –

– ¿Ya?, ¿acá? – Laura me miró como a una trastornada

– No, no…yo vivo a dos cuadras…si querés, vamos, tomamos algo y ahí vemos si lo hacemos…o sino charlamos un rato y listo..tampoco es…-

– Bueno, ok, junto mis cosas, hago un llamadito y vamos –

Mi casa es un departamento de tres ambientes. Fuimos caminando, charlando de todo un poco. Cuando llegamos, seguí al pie de la letra lo de “tomar algo”, porque no sabia como seguir.

– ¿Que querés tomar?, ¿gaseosa, agua o…no sé…tomás whisky?-

– Y…uno chiquito me vendría bien…estoy un poco nerviosa- y su risa sirvió para distender el clima.

Tomamos el whisky, hablando intrascendencias, hasta que me preguntó:

– ¿Como lucharíamos? –

Se nota que mi inconsciente había estado trabajando en el asunto, porque me oí contestarle, muy suelta:

– Con esta misma ropa, pero descalzas. Sin golpes ni tirones de pelo. Solo probamos fuerzas y vemos quien puede tirar al suelo a la otra…y en el piso quien domina a la otra…¿que decís?

Pareció gustarle porque se puso en pie como por un resorte.

La primera parte fue muy “civilizada”.

Primero, frente a frente, sobre unas frazadas que tiramos en el piso del living, entrelazamos los dedos de las manos y forcejeamos hasta quedar con los brazos en alto, pecho contra pecho. Éramos muy parejas en fuerza.

Después, abrazadas, forcejeamos para tirarnos al piso. El ocasional contacto de los pies desnudos me resultaba encantador.

A medida que pasaban los minutos, la transpiración comenzó a bañarnos. Al final nos trabamos de piernas y caímos al piso, revolcándonos de un lado para otro, hasta que nos soltamos, exhaustas y acaloradas.

-Estoy toda mojada – constató Laura, jadeando por el esfuerzo. Era la pura verdad, y resultaba una visión hermosa.

– Si…¿y si seguimos sin calzas?…¿tenes bombacha de gym? -agregué porque me sentí enrojecer al hacer la primera pregunta.

– No, tengo bombacha común..pero…- Laura me miró, ansiosa.

– Si..obvio, que importa…yo también…pero igual nos podemos sacar las calzas ¿no?-

– Claro- completo Laura – dale –

Sin levantarnos del piso, nos quitamos las calzas y nada mas vernos nos dio risa, porque las bombachas eran negras e idénticas. Ella tenía unas piernas magnificas, muy tersas y sin una marca.

– Estás muy en forma…se nota que hacés ejercicio – me dijo Laura, mirándome admirativamente.

– Tus piernas son muy lindas – contesté, un poco turbada.

– Me encantan las tuyas…me..fascinan…son hermosas… – y volvió a aparecer esa sonrisa, ente infantil y maliciosa.

Me puse de rodillas.

-Vení, sigamos desde acá –

Esta vez nos abrazamos apresuradamente y, de tácito acuerdo, caímos acostadas y empezamos a revolcarnos entrelazando las piernas en una lucha intensa. El contacto de los muslos desnudos, apretándose y rozándose entre sí, era muy agradable y, en un par de ocasiones, nos tocamos las entrepiernas y ninguna pudo evitar un pequeño gemido.

En un momento, quedamos de costado, tan trabadas de piernas que no podíamos cambiar la posición. Agotadas, nos terminamos soltando, de mala gana.

Descansamos un rato, sentadas en el piso. Me saqué la musculosa, sin decir nada, quedando en corpiño.

-¿No querés sacártela? – la animé

– Si…me muero de calor…por Dios-

Laura tenía unas tetas hermosas que parecían querer salírsele del corpiño. Me encantó que se le abrieran enormemente los ojos al mirarme:

– ¿Te hiciste las lolas?- me preguntó.

– No ¿por que?-

– Están muy bien..-

_ Bueno, tampoco estoy tan vieja –

– No…no para nada…solo que…eso…están muy bien –

Me paré, excitada de ver sus tetas y de que a ella le gustaran tanto las mías.

-Vení, probemos las lolas

Me miró, otra vez con esa sonrisa suya.

-¿Que idea tenes?-

– Nos abrazamos y vemos la firmeza que tienen – dije, muy inocente.

El abrazo fue sencillamente delicioso. Quedamos mejilla a mejilla y nos arrodillamos, abrazadas y presionando tetas contra tetas, tratando de derribarnos. Éramos realmente muy parejas y estábamos cada vez más excitadas. Yo quería que volviéramos a revolcarnos e, indudablemente, ella también, porque las dos terminamos tirándonos para el mismo lado y ahí rodamos de un lado a otro por el piso, jadeando y…gimiendo, cada vez mas. Era obvio que esa era la posición que más nos gustaba. En un momento, quedamos encajadas cada una con su muslo derecho en la entrepierna de la otra, presionando la concha ajena y sin poder movernos. Al final, el calor y la tensión de nuestros cuerpos eran insoportables.

-Paremos – me dijo, y nos soltamos.

Ambas respirábamos agitadamente, muy excitadas.

– Parece que no podemos definirlo- dije, jadeando.

– Mirá como tengo las tetas – agregó Laura y me mostró sus lolas, enrojecidas. Ví que las mías estaban igual.

– ¿Te arden?- le pregunté.

– Un poco –

– A mi también…es que esto lastima – y me saque el corpiño, como si se tratara del culpable de nuestro ardor.

Laura me imitó, con una sonrisa.

– Ahhh, así esta mejor – dijo y, acto seguido, se escupió las lolas y empezó a masajeárselas. Se me pusieron los pezones duros de solo verla. También me las escupí y estuvimos un rato haciéndonos masajes y mirándonos, mientras recuperábamos el aliento.

– ¿Te siguen ardiendo?-le pregunté, porque no podía sacarle los ojos de encima.

– Menos ¿y a vos?-

– No, casi nada –

– Son preciosas…tus tetas…ahora sin corpiño se ven perfectas –

– ¿Querés decir que sin corpiño igual las tengo firmes?… ¿tenías dudas?-

Se lo dije para hacerle un chiste, pero se puso granate de vergüenza.

– No..no…-tartamudeaba.

– No hay problema…todo bien…y tus lolas son muy muy lindas, te lo vuelvo a decir – No había que ser muy perceptiva para notar que cada elogio la ponía mas excitada.

Quedamos unos instantes en silencio, hasta que me paré y la invité:

-¿Vamos otra vez? –

El nuevo round nos tuvo abrazadas, frotándonos las tetas, pugnando por levantar a la otra o hacerle perder el equilibrio. Sus lolas eran una maravillosa combinación de firmeza y dulzura, con pezones que se clavaban en las mías. Luchamos hasta que, frustradas por no derribarnos, chocamos las pelvis un par de veces con violencia y nos soltamos.

En ese momento, la vi frente mío, con la cara y el pecho enrojecido por los roces y el calor, el pelo revuelto y pegado por el sudor y, sabiendo que yo estaba igual y aterrada de que no quisiera seguir, me saqué la bombacha de un tirón.

– Para terminar hay que quitarse esto – añadí, sin dar ninguna explicación.

– Si…esto molesta – contestó Laura, con voz enronquecida por la excitación, y se sacó la suya.

Como desesperadas, fuimos una contra otra y rodamos abrazadas por el piso, hechas un amasijo de carne, buscándonos tetas y conchas con locura.

Todo control se rompió y nos besamos y acariciamos y frotamos y gritamos, gemimos, apretamos, probamos y gozamos con ansioso hambre. Fuimos por todo, sin reserva alguna, puro instinto, hasta quedar enganchadas, en tijera, de costado, frotándonos las conchas con frenesí, buscando la cumbre, susurrándonos de todo:

– te cojo te cojo bebita te quiero acabar

-si si si te doy te doy putaaa te cojo yoooo

-veni veniii te acabooo te garcho mal putaaaaa

-tene tene conchaaaa putaaaa mmmm veniii

-siii veniveniiiiiii

El Orgasmo nos golpeó como un tsunami. Colapsamos juntas, con violentas contracciones de pelvis, que se repitieron una y otra vez, hasta ir menguando en intensidad y terminar dejándonos inermes, abrazadas y llorando en silencio.

Un rato o una hora después nos soltamos y quedamos tiradas boca arriba, respirando como si hubieramos estado a punto de ahogarnos.

Cuando por fin pudimos sentarnos en el piso, nos miramos entre nosotras y a nuestro alrededor como si fuera la primera vez. Cada cuerpo estaba enrojecido, marcado por la piel de la otra. Me sentía relajada, libre de toda tensión, y cansada como si hubiera corrido 20 kilómetros. Laura parecía un animal salvaje y hermoso.

– Gracias- me dijo

– Gracias a vos- contesté.

No había más que decir.

(c) Tauro, Enero de 2014

Etiquetas: ,

Una respuesta to “SUEÑO CUMPLIDO”

  1. DE SUEÑO A PESADILLA | El Perverso Voyeur Says:

    […] Después de como acabamos hace unos días, no sé qué hacer. […]

Deja un comentario