DE SUEÑO A PESADILLA

Estamos enfermas.

Después de como acabamos hace unos días, no sé qué hacer.

No puedo quitarme las imágenes de la cabeza: nos veo revolcándonos desnudas, siento su piel su olor, su sudor, su aliento, sus brazos aferrando mi espalda, atrapando mi pelo, sus piernas enredadas con las mías. Quiero desesperadamente su cuerpo contra el mío, pero tengo muchísimo miedo.

Nunca me había descontrolado de esa manera. Acabamos como dos animales. Pienso en «Acabamos» y me viene un resabio de los orgasmos. Tremendos, totales, uno tras otro, sin parar, sin que pudiéramos dejar de atacarnos, sin que pudiéramos dejar de gritar.

Después que nos acabamos (no se me ocurre otra expresión mejor para esa sucesión de orgasmos recíprocos), después que nos acabamos, decía, todo fue muy extraño. Casi no hablamos y la verdad es que no sé bien cuanto pasó hasta que ella se vistió y se fue, sin bañarse y sin despedirse.

Después empezó a mandarme mails…y yo se los contesté: «Quiero tu cuerpo, quiero sentir tu carne contra la mía”.

Yo le contestaba cosas parecidas, pero no sabía que más hacer.

“Empecemos desnudas, de pie, probándonos los cuerpos, la fuerza de nuestros brazos, tetas, piernas. Ver quien domina a quien y después…que pase cualquier cosa, yo estoy dispuesta a todo”, me dijo en el ultimo mail.

Estamos enfermas.

Ella por decir esas cosas y yo por aceptar.

Llegó puntualmente, con un shorcito de jean y ojotas y una blusa turquesa bajo la que se advertían los pezones a primera vista. Solo verla era perturbador.

Yo tenía pantalones cortos de gimnasia negros, musculosa blanca y estaba descalza.

 

Nos saludamos con un ridículo beso en la mejilla, supongo que por los nervios. Era surrealista darse un besito en la mejilla, después de lo que había pasado…y antes de lo que iba a pasar.

-¿Querés tomar algo?- ofrecí.

– No sé bien que quiero- me contestó, con una semisonrisa.

-Yo si me voy a tomar un whisky – me adelanté.

Al final, tomamos las dos. Ella se lo tragó de un solo saque.

– ¿Empezamos? – dije en un momento.

 

Por toda respuesta, se paró y comenzó a sacarse la ropa. Primero la blusa, confirmando que abajo estaba en tetas. Después fue el turno del short y ahí abajo tampoco llevaba nada.

Desnuda frente a mí, su visión es adorable. Las tetas, erguidas y con pezones puntiagudos que parecen apuntarme.

 

Laura me miraba con ansias y sus piernas deliberadamente entreabiertas dejaban ver esa concha que tenía que volver a ser mía.

 

Nos acercamos hasta rozarnos y empezamos a forcejear,  con los dedos entrelazados, pegadas vientre contra vientre, tetas contra tetas, su nariz rozando la mía, jadeando de excitación desde el primer segundo. Angustiada, sentí que iba a acabar en cuestión de momentos.

– Te quiero probar el pelo- le dije, porque necesitaba descargarme de alguna manera.

– Yo también – susurró.

Nos soltamos las manos y cada mano derecha fue por un puñado del pelo de la nuca de la otra. No agarramos fuerte, tratando de tirar hacia atrás la cabeza de la otra, mientras seguíamos frotándonos las tetas.

-Te quiero tirar los pelos de la concha, muero por eso –

Su propuesta fue como un fuego que me recorriera todo el cuerpo. No lo había esperado. Nos quedamos un momento paralizadas. Finalmente, abrí las piernas, ofreciéndome:

– Servite, me aguanto cualquier cosa…¿y vos?-

Pude ver como se ponía colorada.

– Lo que venga, no me importa nada de nada, mis pendejos son tuyos –

Tironeando los pelos de la nuca con la mano derecha, y los de la concha, con la izquierda, empezamos a probarnos, gruñendo, gimiendo, insultándonos y provocándonos:

– No me importa nada puta, no me importa nada, tené, tené – me decía.

-¿Te duele? ¿Te duele putita?- le contestaba.

-quiero mas…quiero mas…haceme llorar…haceme llorar…-

-vas a llorar…vas a llorar – le contestaba yo, luchando porque a mí no me soltarán las lagrimas.

-haceme doler…haceme doler..porque yo te voy a hacer doler…quiero que nos duela…- susurraba ella, cada vez más histérica.

Los tirones me estaban matando. Estábamos al borde, en el límite mismo del dolor tolerable. La que se descontrolara podía lastimar mucho a la otra.

– Llora puta, llorá- le exigí

-Llorá vos –

-no-

-si-

-puta-

-puta-

Los tirones a los pendejos se hicieron más violentos y para evitar que nos termináramos arrancando los pelos de las conchas, le pegué un tremendo cachetazo con la otra mano, que inmediatamente me devolvió, nos soltamos los pendejos y tratamos de meter los dedos en la concha rival, llorando como locas.

-Cojeme puta….- me gritaba entre sollozos – me banco todo yegua me banco todoooo!- y se abría bien para que mis dedos la invadieran.

– Yo también, pendeja, entrá, entrá- y sentía como los dedos se clavaban en mi entrepierna, hundiéndose más y más

-Mi concha se coje tus dedos-

-La mía también- y el bamboleo de nuestras pelvis se hacía más furioso.

Íbamos directo hasta el orgasmo cuando Laura dijo:

– Las tetas – y me agarró la teta izquierda con su mano libre. La imité y terminamos retorciéndonos los pezones hasta arrancarnos un alarido y quedar paralizadas de dolor. La cojida se abandonó y quedamos paradas una frente a otra, llorando del dolor y la calentura que no podíamos liberar.

– No quiero acabar- me dijo, todavía llorando y se me vino encima.

Nos abrazamos y su muslo izquierdo se coló entre mis piernas.

Girábamos, abrazadas y tambaleantes, por toda la habitación, agarradas de los pelos, cruzándonos insultos, hasta terminar revolcándonos en el suelo, retorciéndonos, frotándonos cuerpo contra cuerpo.

-te cojo te cojooo…

-yo te cojooo…

-putaaa

-perraaa

-guacha puta te matooo!!!!

-te cojo puta de mierdaaaa!!!!

No agarrábamos del culo para no aflojar la presión y empezamos a comernos a besos sin darnos tregua, mientras seguíamos rodando de un lado a otro del piso.

 

Ninguna lograba cojerse a la otra, porque ninguna entregaba la concha y ninguna conseguía quedar encima e imponerse a fuerza de tetas y de concha. Moríamos por acabar pero no queríamos someternos y gruñíamos y gemíamos e implorábamos con ardor y ordenábamos con insultos que la otra se viniera.

Ni los tirones de pelo, ni los gritos, ni golpes, ni caricias, ni escupidas, ni uñas clavadas, ni besos, ni lenguas, nada, nada servía.

El agotamiento nos hizo aflojar, hasta quedar casi inmóviles, echadas de costado, frustradas, rabiosas y calientes. Nos soltamos, aparentemente agotadas.

 

La vi, con la cara enrojecida, respirando entrecortadamente, las tetas subiendo y bajando, despatarrada, la concha al aire y no pude decirle otra cosa:

– Pendeja, me tenés loca, necesito cojerte ya… quiero sentir como acabas a los gritos o te voy a matar…

-Vamos a la cama… quiero hacerte acabar, quiero que llores de placer por mí, quiero sentirte morir conmigo…ya no se que mierda digo… – jadeó

– Vamos a la cama- contesté

Nos levantamos juntas y fuimos derecho al dormitorio.

Era la primera vez que llegábamos ahí.

Mi cama nos esperaba, con sabanas nuevas. Las había puesto hoy, sin saber si las estrenaríamos.

Laura se paró frente a la cama, jadeando de excitación.

– Nos imagino ahí..quiero estar horas cojiendo ahí con vos.

No recuerdo totalmente lo que pasó en la cama. Tengo como flashes….en uno estamos revolcándonos de un lado a otro del lecho, fundidas una en la otra, empapadas en sudor, mordiéndonos, besándonos, llenándonos de caricias, frotando nuestros cuerpos…en otro estamos mejilla a mejilla, gimiendo a dúo…en otro somos dos conchas que se atacan una y otra y otra vez…en otra es el delicioso ardor de tetas sudadas y calientes…o el dolor del tirón de pelos o los cachetazos…las piernas entrelazadas…la piel…el olor mareante a hembra alzada…el sabor salado de las lagrimas…los insultos feroces, degradantes…contorsionándonos como poseídas, hasta soltarnos a los gritos…y después, o antes, pelearnos a tetazos, arrodilladas…y en medio de todo… placer a golpes de orgasmo, sintiendo su exquisito cuerpo medirse contra el mío, carne contra carne, músculo a músculo, el aliento de su boca, el sabor de sus jugos, de su sudor, de su saliva…abrazadas de costado, con las piernas entrelazadas y las pelvis librando una aparentemente última y frenética batalla, totalmente entregadas al placer…y todo estaba bien, mientras gemíamos más y más…hasta que no sé como cada una decidió ir por la concha de la otra y nuestros rostros y nuestras manos forcejearon con las piernas de la otra, buscando someter sin pensar en que resultaríamos mutuamente sometidas… y sentir su dedo hundiéndose en mi ano, violándonos por el culo, destruyéndonos toda dignidad, poseyéndome…con mi boca chupándole la concha, lamiéndola con adoración, mientras escuchaba sus alaridos de placer y protesta…su boca enterrada en mi entrepierna, mientras mis muslos  estrujaban su cabeza y le gritaba las cosas más sucias y sus muslos me atenazaban, comiéndonos las conchas y cojiéndonos por el culo con los dedos, enredadas en un 69 feroz del que no podíamos salir.

Todo había acabado hacía rato y seguíamos en la misma posición. La sentía respirar, pegada a mi concha y yo me negaba a abandonar la suya.

Ya estaba; pasó lo que tenía que pasar, nos habíamos violado.

Cada una se dio el gusto a costa de la otra. Después de someternos, después de terminar con todas las defensas, de penetrarnos y comernos a la fuerza, ahora estábamos muertas de cansancio y vergüenza.

Todo lo que quedaba era ardor de concha y dolor de culo…y un cochino placer que me recorría y ensuciaba la sangre.

Toda la batalla había terminado y el saldo eran dos mujeres tiradas sobre las sabanas revueltas y manchadas de una cama. Dos hembras con la piel enrojecida de la cabeza a los pies, bañadas en sudor, con las caras hundidas entre las piernas de la otra, aferradas a las nalgas de la rival, con la boca apoyada en una concha aún palpitante y el rostro anegado en flujo.

Me quedé tirada en la cama, dando la espalda a la puerta. Se oía la ducha y el llanto de Laura. Yo también lloraba y no quería saber nada con ella ni conmigo. Seguí en la misma posición hasta que estuve segura de que se fue.

En ese momento, pensé que todo había terminado entre nosotras.

Me equivoqué.

(c) Tauro, Enero de 2015

Etiquetas: ,

2 respuestas to “DE SUEÑO A PESADILLA”

  1. neocortex Says:

    Excelente relato. Lo mejor es esa relación amistad-rivalidad, amor-odio. Espero que continúe…

  2. Julieta Says:

    Me encantó! ¿Cómo sigue la historia?

Deja un comentario